Frank Mayer
Resumido y Adaptado por Frank Mayer - Revisado por revisado por Joan Canal (TD)

La variante Lüneburg

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Una novela de Paolo Maurensieg

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Paolo Maurensieg

Paolo Maurensieg nació en Gorizia (Italia) en 1943 y vive actualmente en Udine.

Siendo La variante Lüneburg su primera novela, cabe decir que es un novelista tardío, pues la publicó a los 49 años.

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La portada del libro “La variante Lüneburg”
Detalle del óleo  “Jugadores de ajedrez”
Foto: Allene Lapides Gallery, Santa Fé (Nuevo México)

El relato, dividido en tres partes, empieza con la historia del aficionado al ajedrez Dieter Frisch, un adinerado empresario cuyo amor verdadero pertenece al juego de los reyes.

Se le encuentra muerto al lado de un tablero extravagante de ajedrez con una determinada posición, la variante Lüneburg, que había tratado de refutar de forma terca el mismo Señor Frisch, editor de una revista de ajedrez.

Resulta que durante sus viajes en tren a Viena siempre perdía su partida semanal con la dichosa variante, empleada por un joven, Hans M., por supuesto maestro de ajedrez y conocedor de la variante en cuestión.

Se empieza una conversación y M. cuenta su historia, que forma la segunda parte.

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Detalle del óleo “Jugadores de ajedrez”

Siendo adolescente fue infectado por un virus llamado “ajedrez”, errando diletantemente por la ciudad de Viena y finalmente encontrando un club de ajedrez donde conoció a Tabori, otro maestro.

Esta figura enigmática se convierte en el profesor de M.

Al principio le gana a ciegas, dándole la dama de ventaja. Más tarde se enfrentan sentados en un tablero que responde a los errores graves con shocks eléctricos, como si quisiera comunicar:

También las jugadas de ajedrez pueden tener sus consecuencias más allá del tablero.

Efectivamente, este efecto parece ser el truco didáctico de Tabori para explicar a su discípulo que una jugada débil puede tener unas consecuencias horrorosas, incluso unas dimensiones catastróficas, y que solamente una absoluta concentración puede protegerle.

Lentamente Hans progresa, llega a maestro y gana la confianza de su profesor.

Después de todo, Tabori narra su historia, que compone la tercera parte del libro. 

Como hijo de una familia intelectual judía, Tabori aprende el juego de ajedrez desde pequeño; su padre es un fanático del ajedrez (ya casi maestro), bien conocido en el mundo ajedrecista.

Celebridades como Akiva RubinsteinDr. Savielly Tartakover  o  Efim Bogoljubov frecuentan como huéspedes la casa paternal.

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Akiva Rubinstein, Dr. Savielly Tartakover y Efim Bogoljubov

De esta manera, el joven se desarrolla rápidamente como un niño prodigio (recordando a Samuel Reshevsky 1920), viaja por toda Europa para dar exhibiciones simultáneas y jugar torneos.

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Samuel Reshevsky 1920

Durante estos viajes llega a conocer las primeras formas de antisemitismo, que culminan en el odio desfrenado de su “adversario fatal”, otro chico prodigioso, pero de descendencia aria.

Se organiza un match decisivo entre ambos. A continuación sus caminos se separan –no puede ser de otra manera- para volverse a encontrar más tarde en un lugar irreal, el campo de concentración de Bergen-Belsen (a unos 80 km al sur de Lüneburg).

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Campo de concentración de Bergen-Belsen

Tabori debe vivir allí unos sufrimientos increíbles como prisionero. Sólo el ajedrez imaginario lo mantiene con vida y el comandante de la SS es el mismo Frisch.

Tabori es obligado a jugar al ajedrez para entender pronto que una jugada errónea – frecuentemente realizada por angustia - trae consigo unas consecuencias crueles:

La matanza bestial de otros prisioneros.

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Con esta ”puesta en juego” – el asesinato de prisioneros al perder la partida – se efectúa un match tardío de los dos antiguos candidatos a la corona mundial, que gana Tabori con el resultado de 6:2 y con “sólo” 24 muertos sobre su conciencia.

Después de la guerra, los gemelos antagónicos se pierden de vista.

Pasan 40 años y la variante de Lüneburg detecta al asesino de masas, el gran aficionado al ajedrez, y le pide la última partida.

La misma termina con una pena justa; el círculo se cierra.

Comentario del cronista:

Vale el imperativo categórico:

“A la vista de los campos de la muerte fracasan nuestras viejas categorías del pensamiento”.

< También para el ajedrez >
 

Nota: Dejemos las últimas palabras directas al novelista Paolo Maurensig:

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En una semejante confusión solamente podía sobrevivir un perturbado o …un genio del ajedrez.

 

Fuente: Extracto de una exposición de Jörg Seidel

Resumido y Adaptado por Frank Mayer - Revisado por revisado por Joan Canal (TD)

Barcelona, junio de 2008

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