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“La última partida” (La rivincita di Capablanca) |
Galardonado con los premios de literatura “Palmi” y “Premio Coni”
Introducción: Un calculador con absoluta frialdad
contra un hombre de ingenio…..
Al principio, los dos genios de ajedrez, Alexander Alekhine y José Raúl Capablanca eran excelentes amigos, se convirtieron en unos enconados adversarios. Fabio Stassi describe esta rivalidad y la muerte misteriosa de Alekhine en su novela “La última partida”.
Pero tampoco debemos olvidaremos la famosa frase de una muy conocida novela: “Tú y Capablanca, dije yo.” El antes-citado aficionado de ajedrez nos explica el duelo psicológico…… Por indicación de un amigo, el autor y bibliotecario Fabio Stassi (46) llegó a conocer al fascinante Gran Maestro cubano y Campeón del Mundo (1921 – 1927) José Raúl Capablanca (1888-1942). Aquel amigo quiso escribir la biografía del cubano, pero desafortunadamente sufrió un accidente de tráfico y falleció. De esta forma, Fabio Stassi llevó a cabo el proyecto de su amigo. No existe ninguna duda: Los errores y extravíos de esta famosa leyenda del ajedrez nos ofrecen suficiente materia para una novela. ¿Esto sería “el Leitmotiv”, el propiamente dicho punto de partida de esta “vita” ya novelesca? Capa, éste “bon vivant” y “Granseigneur” de los Grandes Maestros, ya había iniciado sus primeros pasos en el ajedrez con 4 años de edad, ganó con 12 años al maestro cubano Corso, siguió ganando prontamente innumerables torneos y destronó en La Habana 1921 a la leyenda Dr. Emanuel Lasker, que defendió el título mundial durante 27 años, coronándose por fin como nuevo Campeón del Mundo.
El cubano no era una máquina de acción, sino todo lo contrario era una persona agradable que supo disfrutar de la vida, y que – ante todo – apreció la estética de la partida y extasiarse ante unas brillantes combinaciones. Se negó en rotundo, ocuparse de estudios teóricos o novedades – “learning by doing” fue su lema. Su gran rival ruso Alexander Alekhine estuvo en las antípodas consiguiendo ser todo lo contrario: un hombre obstinado, fanático, reservado y fríamente calculador, que quiso arrollar como una máquina apisonadora a todos los adversarios – del factor humano no debió haber oído nada en su vida. Por si fuera poco, fue oportunista: En un principio simpatizó con los bolcheviques, después desembocó su simpatía hacia los “nazis” y escribió artículos difamatorios y panfletos indecibles favorables al nacionalsocialismo. Una vez ganado el título mundial en Buenos Aires 1927 contra Capablanca, se burló y difamó al cubano que horrorizado, en vano soñaba con un match de revancha para recuperar el título.
En el bien entendido, que ambos jugadores fueron buenos amigos al principio de sus carreras ajedrecistas, el conflicto se convirtió en una amarga enemistad, en el momento cuando Capablanca descubrió el carácter calculador de Alekhine. Además fue denigrado en los comentarios y libeles del nuevo Campeón y tuvo que comprender que la revancha tan ansiada contra el ruso le sería denegado continuamente mediante pretextos nada convincentes. Cuba – San Petersburgo 1914 Esto es a grandes rasgos el fondo biográfico de esta novela, que lamentablemente Stassi no narra de forma coherente. Se concentra en episodios individuales, que frecuentemente se quedan fragmentados y limitados a cortos, y casi cinematográficas secuencias. El novelista Stassi ha escrito sobre la carrera profesional y los acontecimientos conflictivos de Capablanca alrededor de las 64 casillas del tablero un total de 64 capítulos y sitúa la repentina muerte de Alekhine en 1946 al comienzo de su libro para representar mejor la rivalidad de ambos maestros mediante unas retrospectivas etapas de densos ambientes y oscuros matices. Con qué fuerza demuestra la mentalidad competitiva el comportamiento del “homo ludens”,
nos lo demuestra Stassi en una maravillosa escena – seguramente ficticia - durante el gran torneo de San Petersburgo del año 1914, donde Alekhine y Capablanca se encuentran por primera vez y nace su amistad.
Cada uno reconoce en el adversario aspectos de su propia personalidad, como por ejemplo la voluntad de victoria sin piedad, la dedicación ilimitada hacia el ajedrez, y el deseo de superar el nivel de la mayoría de los demás jugadores participantes. Su parecido resultó también del desmarcaje frente a la mediocridad de los otros competidores que les rodearon, como supuso Capablanca: “Dado que ambos apenas eran conocidos, pero por otra parte tan osados ‘escandalosamente’, y lo sintió él, porque a ambos les proporcionaron éxitos increíbles en el futuro”. En el acto, Alekhine desafió a Capablanca con una apuesta: A quién resultase primero en seducir a Madame Zlata, la amante del Gran Duque ruso, ganaría la apuesta. Efectivamente, Capablanca fue el primero en conquistar a Madame Zlata y llevársela al lecho. Sin embargo, la gran partida del día siguiente no pudo o no supo ganarla, por encontrarse excesivamente emocionado y apenas había pegado ojo durante la pasada noche. ¿Fue una maniobra pérfida por parte de Alekhine para proporcionarse una ventaja frente a Capablanca durante aquel torneo? Nunca lo sabremos…. De todas maneras, transcurrida la primera fase del afecto amistoso, rápidamente crecieron serias dudas en la mente de Capablanca acerca de los diversos motivos de Alekhine. Posteriormente, el cubano desarrolló un escéptico alejamiento frente al ruso, como constata el autor Stassi. Fischer – Spassky 1972
“Disfruto al destruir el ego de mi contrincante”, ya había pronunciado el excéntrico genio americano de ajedrez Bobby Fischer, fallecido el año pasado, y con esto parafraseaba el drama psicológico del duelo ajedrecista. Como sabemos, también Fischer se negó siempre a defender su corona mundial después de la victoria contra Spassky, un motivo frecuente y usual en el ajedrez de torneo, contra el nuevo desafiante Karpov. Por esta razón la FIDE le privó del título. Obviamente, Stassi quiso profundizar en este destructivo aspecto psicológico y emplear la revancha de Capablanca por las humillaciones sufridas así como su rabia y decepción a causa de los denegados campeonatos de revancha como una obsesión del “Leitmotiv” para la novela. Pero la pregunta es, si esta obra es por este motivo también un “thriller” psicológico. Apenas, porque el carril “policiaco” transcurre de forma apenas identificable mediante un rumbo en “zig-zag”, que difícilmente se puede seguir. En la mayoría de los casos, Stassi se encapricha en unas exposiciones detalladas de episodios ambientales con un colorido cubano o en monólogos interiores, que nos permite penetrar en el tambaleante estado de ánimo de Capablanca. Además, el narrador se limita a pequeñas incursiones, en las cuales aparecen nuevas figuras como Olga, la esposa georgiana de Capablanca.
Los cambiantes escenarios entre La Habana, Nueva York, San Petersburgo, Estoril y Buenos Aires así como las acciones ramificadas e impresiones deben tenidas en cuenta como pequeñas piezas de un mosaico para un psicodrama y confirmar la sospecha de que en 1942 fallecido Capablanca, hubiese podido tomar la revancha unos 4 años más tarde mediante todas las artimañas posibles a su rival eterno Alekhine, que encontró una muerte misteriosa en un hotel de Estoril.
Todo esto tiene el aspecto de parecer un cuento irreal, pero qué más da…. Fabio Stassi ha captado maravillosamente la pasión y obsesión monomaniaca de fanáticos jugadores de ajedrez y el carácter de la prueba de fuerzas durante los grandes torneos y demostrado palpablemente, que para estos autores paranoicos de convicción, la vida solamente se desarrolla en las 64 casillas del tablero de ajedrez.
Resumen de Peter Münder. Traducido, adaptado e ilustrado por Frank Mayer. Revisado por Salvador Aldeguer Retoques y maquetación: Antón Busto Sitges (Barcelona), septiembre de 2009 |