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Baden-Baden 1925 |
Preámbulo: Edipo no quería matar a su padre y menos tomar como esposa a su madre. Con sinceridad no lo deseaba. Cuando – a pesar de todo - se le profetizó que lo haría, coordinó toda su planificación de la vida sobre el deseo de castigar al oráculo de mentiroso. Hizo todo lo posible para evitar el asesinato y el incesto, pero a pesar de todo no pudo evitarlo. Una dialéctica tan limpia y transparente como vista a través de una lupa. A los Dioses griegos les agradó la idea y a los afamados poetas en tragedias mucho más. Al jovencísimo Edipo solo le interesaba saber del oráculo de Delfos, que fuera cierto lo que decían las lenguas viperinas, que él mismo no era un hijo carnal del Rey de Corinto y su esposa.
Si Delfos hubiese contestado con una respuesta clara, aunque fuese "abracadabrante" y es que los Señores antes-citados eran solamente sus padres adoptivos, entonces Edipo hubiera sido más feliz a largo plazo, sin embargo el Occidente, lascivo por un destino brutal, hubiera quedado empobrecido por la falta de un ejemplar desfile.
En lugar de eso Pitia, en ningún caso una escritora de cuentos de hadas, si no una profetiza de la cual se cumplían todas sus profecias, pronosticó al asustadizo Edipo el asesinato de su padre y en consecuencia el incesto. Para ser benévolo con sus padres, que no eran sus padres biológicos, pero que él les consideró como tales, el joven muchacho evitó cada vez en mayor grado el contacto con la casa real de Corinto y llegó a la zona de soberanía tebana, donde reinaban sus padres verdaderos, en los cuales encontró un matrimonio normal y extranjero. Para sintetizar la historia: En un desfiladero, Edipo mató a su verdadero padre Layo:
Teniendo en cuenta que se trató de una lucha encarnizada entre padre e hijo, finalmente murió Layo y Edipo sufrió graves lesiones que le dejaron al borde de la muerte. No obstante, la escasa resonancia que tuvo en su alma aquel complejo asesinato para este joven vigoroso, fue bastante extraño. Si seguimos ampliando más detalles sobre este acontecimiento, podríamos llenar varios capítulos de un extenso libro. Pero ahora hay que situar a Iokaste, la esposa de Layo, que se sentía demasiado joven y atractiva para asumir la situación de viudedad. Se enamoró del bello Edipo, desconociendo por completo que fuera su verdadero hijo toda vez que había sido abandonado en una pequeña barca, recién nacido a raíz de unos versículos del oráculo. En seguida, el amor y la ignorancia se aliaron para convertirla en una buena casamentera. Cuando transcurrido el tiempo descubrieron la triste realidad, Iokaste se ahorcó dejando en un lugar visible una aguja de su sombrero, la cual aprovechó Edipo para vaciarse sus ojos.
Pero, quién desee pensar más rápidamente, debe seguir a Alekhine con las piezas negras, quién en el año 1925 (ver diagrama) se enfrentó a Richard Réti.
¿Pero como? A continuación la correspondiente partida, pero sin las últimas jugadas: Réti, Richard - Alekhine, Alexander
Para el disfrute de los lectores adjuntamos la foto de familia de aquel famoso torneo en Baden-Baden 1925:
La clasificación Final:
Por Roswin Finkenzeller Adaptado e ilustrado por Frank Mayer Revisado por Salvador Aldeguer Retoques y maquetación: Antón Busto Sitges (Barcelona), junio 2011 |