Sucesos en el tablero: El peón equivocado |
Este suceso ocurrió durante los primeros campeonatos mundiales femeninos después de la segunda guerra mundial en Moscú en el año 1950. Al enfrentarse la favorita rusa, Elisaveta Bykova (que efectivamente 3 años después ganó el título mundial) y la americana Gisela Gresser, se tuvo que aplazar la partida en la siguiente posición:
Para reanudar la partida, las dos jugadoras tomaron sus asientos. El árbitro Alexander Prorvich abrió el sobre en el cual se encontraba la planilla con la jugada secreta de las blancas. Algo desorientado, miró las anotaciones, pero como jugada 41 sólo pudo apreciar los siguientes signos: una “p” para “pawn”, después un garabato y finalmente un “5”. De esta anotación se pudo concluir que un peón "americano" había avanzado hasta la línea 5. ¿Pero cuál? El árbitro no dominaba el idioma inglés y, en consecuencia, enseñó a la jugadora americana la hoja, señalando las casillas g5 y h5 con cara inquisitiva. Gisela Gresser , 9 veces campeona de USA, una belleza de Nueva York, seguramente, a parte de la francesa Chaude de Silans, la imagen más elegante de las 16 participantes, mostró su sonrisa más encantadora, encogió los hombros y apuntó hacia la casilla g5.
A continuación, el árbitro avanzó un paso el peón blanco y puso en marcha el reloj de la rusa. La partida siguió: una pregunta de ser o no ser se había decidido. Porque 41. g5 resultó ser la jugada perdedora, como se pudo comprobar rápidamente después de 41....fxg5, 42. fxg5 - hxg5, 43. hxg5 - Re5, 44. g6 – fxg6, 45. fxg6 – Rf6, 46. Rf2 – Rxg6, 47. Rf3 – Rf5. Poco después, las blancas se rindieron: No obstante, la otra jugada a tomar en consideración hubiera puesto en aprietos a las negras: 41. h5! – Rd6 (41....Re4? pierde: 42. g5! – fxg5, 43. fxg5 – Rxf5, 44. gxh6 – Rf6, y las negras se encuentran en “Zugzwang”): 42. g5 – fxg5, 43. fxg5 – Re7, 44. g6 – fxg6, 45. fxg6 – Rf6 con una posición de tablas teóricas: Las blancas se comerán, por su peón c2, los peones centrales adversarios, pero al avanzar más con su rey, las negras podrán refugiarse en una posición de ahogado. Un ejemplo que entró en la historia de la literatura ajedrecística Partidas aplazadas Para los/as jóvenes lectores/as, que no hayan vivido o no conozcan esta experiencia, explicaremos lo que era la norma hasta principios de los años 90: el aplazamiento de partidas. Si no se había terminado, la partida se aplazaba normalmente en la jugada 40 (justo después de pasado el control de tiempo) para reanudarla en una hora o fecha posterior.
En el momento del aplazamiento, el jugador de blancas tenía que anotar de forma vinculante su próxima jugada (la llamada "jugada secreta") en la planilla, sin que su adversario pudiera verla. Ambas planillas se introducían en un sobre que se cerraba y sobre el que se anotaban las posiciones, nombres de los jugadores, tiempos de reflexión consumidos, cuál de los jugadores tenía que mover en qué jugada, así como la fecha y el lugar para la reanudación de la partida. Ambos jugadores tenían que firmar en el lugar en que se cerraba el sobre, como garantía de que no sería abierto. El sobre quedaba en posesión del árbitro o, en su defecto, del delegado del equipo local o responsable del club donde se disputaba la competición. Al reanudar la partida, el jugador al que le tocaba mover tenía que realizar forzosamente la jugada anotada. Si, por el motivo que fuera -normalmente, el nerviosismo inherente a una situación de “Zeitnot” y posterior reflexión sobre una jugada comprometida- había anotado una jugada imposible o ilegible, se le daba la partida por perdida.
No obstante, a causa de la llegada e introducción de los programas de ajedrez, y especialmente las bases de datos de los finales, que permiten una valoración exacta de la posición, se suprimió la regla de las partidas aplazadas por considerar estas técnicas una ayuda no permitida para los análisis de la partida.
Fuente: Albin Pötsch, Meissen Frank Mayer - Revisado por Joan Canal |