|
El secreto de las 7 piezas de ajedrez La crítica de un libro |
¡Siete piezas de ajedrez! “La detective Jill Graham”, de la famosa autora inglesa Lesley Chase, de libros de bolsillo, colma las expectativas y los sueños de las adolescentes, que no se conforman solamente con “historias” de caballos y ballet. En los círculos anglosajones adinerados es costumbre, que las hijas de padres ricos posean y monten a su propio caballo; aparte de ir a las escuelas de ballet. Bien entendido, que la heroína ya tiene 18 años – si no, en la Inglaterra de los años 70, no podría haber asistido a aventuras en compañía de un hombre como su amigo. Sus sueños todavía son totalmente inocentes, románticos, ingeniosos, de aventuras, caballeros y princesas. En los sueños de las chicas contemporáneas de hoy, la palabra “sexy” seguramente no hubiera faltado. La ingenuidad y mojigatería subliminal provoca finalmente una cierta atracción por este librito juvenil. No es el primer caso que tiene que resolver nuestra joven detective, pero le resulta muy enigmático que le vayan enviando, de forma anónima, una tras otra, unas misteriosas piezas de ajedrez: Primero, el caballo blanco; después el alfil negro y, finalmente, la torre, la dama, el rey y los peones. Cada pieza lleva un número inscrito en su base. ¿Qué querrá significar todo esto? Jill, nuestra protagonista, empieza a cavilar, aunque sin éxito. Puede ser una casualidad, pero justamente ahora que empieza a recibir las piezas, se siente vigilada por dos personajes tenebrosos. Ambos, hombre y mujer, ¿tienen algo que ver con las piezas? “¿Quizás estas piezas pequeñas de ajedrez tengan un significado oculto?” Buena parte de la historia se compone de este tipo de preguntas, la mitad del libro se ocupa de tales cavilaciones. “Ella caviló y caviló y solamente daba vueltas y no llegaba a ninguna conclusión”. Seguía buscando sin cesar un nuevo punto, un nuevo enfoque para resolver el enigma. Pero siempre volvía a las piezas de ajedrez. Las mismas figuraron como "punto central del enigma.” El conseguir una situación así – el permanente quebradero de cabeza, los innumerables signos de interrogación –, donde apenas ocurren cosas, y crear la tensión y mantenerla, mediante una historia misteriosa, es uno de los mayores logros del libro. Y realmente funciona, ni mejor ni peor que con otras novelas de chicas; los éxitos permanentes de tales historias, con tan pocos ingredientes, hablan por sí solos. En esta ocasión el hilo conductor son unas piezas de ajedrez las que centran la atención de la historia. En cierto modo, no existe una razón profunda para relacionar las piezas con estos personajes tenebrosos e incluso más tarde con historias de espionaje, tesoros monetarios etc. Pero el tipo de lectoras al que va destinado el relato no se pregunta tanto por las imprecisiones en el contenido, si no por armonías en la vida de la aventura y del alma. Al final se reúnen todos los elementos de una película policíaca. Después de todo, se le abren los siguientes interrogantes:
...Todavía no, porque algo más tarde, su sueño ajedrecista revela los contextos más importantes:
Para resolver el enigma sólo tendrá que escuchar la voz de su subconsciente y, de repente, se habrá desvelado el secreto y nuevamente una chica tan joven podrá suspirar en silencio, sonreírse contenta, apagar la luz de la lámpara de la mesita de noche y empezar ella misma a soñar otra vez de aventuras, caballos y príncipes. Pero, con el fin de evitar para siempre la sensación de quedarse prisionera de las piezas de ajedrez, decidió de enfrentarse al trauma, aunque solo soñada, y aprender este misterioso juego con la ayuda de un vecino ya mayor, que era un conocido jugador del único club de ajedrez de la ciudad. Francamente, podemos aconsejar a estas adolescentes la lectura de tales libros, especialmente cuando se trata de un motivo extraordinario como el juego del ajedrez. Propiedad intelectual de Jörg Seidel. Libremente adaptado por Frank Mayer - Revisado por José Angulo |