Frank Mayer
Frank Mayer - Revisado por Salvador Aldeguer

Duelo con los ojos vendados

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Un breve recuerdo al primer match a ciegas

Caricatura de Jacques Mieses
Jacques Mieses
©Gráfica de Oliver Schopf

Anualmente durante el torneo de Amber – a raíz del deseo expreso de una única persona – el caballero es el mecenas holandés de ajedrez, Joop van Oosterom – la élite del ajedrez se reúne y juega a ciegas entre sí, ya no es nuevo.

Si no estamos confundidos, el primer match a ciegas oficial tuvo lugar en 1909 entre dos Grandes Maestros reconocidos. Con motivo de una invitación del club de ajedrez de Stuttgart (Alemania) para celebrar el 30 aniversario de su fundación, se enfrentaron los más fuertes jugadores a ciegas de aquella época, el vienés Carl Schlechter (1874-1918) y Jacques Mieses (1865-1954) de Leipzig. El tiempo de reflexión fue de 15 jugadas por hora. Las partidas consumieron un promedio de 4 horas. Al final Mieses fue mejor que Schlechter y ganó con 2,5 a 0,5 puntos.

Poco sabemos de este extraño duelo con los ojos vendados. Respecto al encuentro solamente encontramos en las revistas de ajedrez una sucinta nota del año 1909. Mucho más interesantes son los comentarios de Mieses sobre el juego de ajedrez a ciegas. Para él “una partida seria de este calibre entre maestros es mucho más agotadora que una representación a ciegas de igual duración de 6 partidas al mismo tiempo”.

(Jacques Mieses: El juego a ciegas. Un boceto psicológico-histórico de ajedrez junto con una selección de partidas jugadas, sin mirar al tablero. Leipzig 1918.)

Das Bilindspielen

La simultánea a ciegas, a Mieses le resultó especialmente sencilla de tal forma, que el ofrecimiento por parte de los organizadores de jugar unas simultáneas a ciegas con un gran número de jugadores le pareció tentador:

“Me limito generalmente a cinco o seis partidas al mismo tiempo; solamente algunas veces y por petición de los organizadores he jugado ocho partidas a la vez.

La facilidad de que he podido desarrollar en las mismas, es un signo tranquilizador para mi de que todavía no he llegado al limite de mi capacidad de rendimiento, y creo, que podría llevar a cabo doce hasta quince ó más partidas, si fuera necesario”.

Obviamente las simultáneas a ciegas siguen teniendo un extraño atractivo todavía en el siglo XXI. Hasta hoy entusiasma el hecho a muchos aficionados, de que jugadores experimentados sean capaces de controlar la energía cinética de las piezas sin ninguna visualización.

Un mano a mano con esta capacidad (que tampoco es tan inexplicable) se advierte que existen ciertos riesgos para la salud.

Como ya publicado en un artículo anterior, Diderot advertía públicamente a Philidor de este espectáculo peligroso y quizás en él está encajado la magia: Un riesgo calculado, que en cierto modo – como los trucos de desencadenamiento de Houdinis – finalmente se quedan como inexplicables.

También Mieses indica los peligros, porque “no tengo ningunas ganas de excitarme por cuenta de mi salud. Presentaciones, que duran más de 4 horas, siento ya como un esfuerzo unilateral y desmesurado en mi cerebro”.

Jacques Mieses

El problema no es solamente, como se puede lograr, sino qué se hará después de la partida a ciegas para tranquilizar nuevamente los sinapsis sobrecargados para evitar agujetas cerebrales.

Pero aquí el sabio Mieses tiene a mano también un consejo para nosotros:

“Incluso después de una partida corta a ciegas, siento la necesidad de diversión y descanso. Totalmente erróneo sería acostarse enseguida, porque el descanso sería incompleto, alterado por fantasías ajedrecistas de sueños.

Algunas horas de sociabilidad son mi mayor deseo después de cada presentación a ciegas y adicionalmente – como ‘conditio sine que non’ – un consumo de alcohol no exagerado puede ser gratificante. Incluso en algunas ocasiones algo más que de costumbre.

Pues sí, me atrevo a decir que en este caso designar el alcohol como una medicina específica por su efecto tranquilizante y equilibrante sobre el cerebro.”

Nota del redactor:
Por fin deberán entender los amigos mi “ansia” urgente por un par de copas de vino después de una larga partida, aunque no sea a ciegas, para recuperar el funcionamiento normal de mi constitución.

<....Si incluso Mieses lo predicó....>

Caballo

Algunos jugadores siguen este consejo medicinal con mucho gusto y evitan – para mayor seguridad – las partidas a ciegas.

Un brindis por los perezosos, pero Schlechter y Mieses resolvieron antes todavía su trabajo:

Schlechter, Carl - Mieses, Jacques [B01]
Stuttgart, el 13.1.1909 – 1ª partida de la competición

Ver Visor

1.e4 d5 2.exd5 Dxd5 3.Cc3 Da5 4.Cc4 Cf6 5.d4 Cc6 6.Cge2 Af5 7.Ad2 Db4 Gana tiempo por el ataque al Ac4 y evita Cc3-d5. 8.b3 Feo, pero necesario. 8…e5?! Una compensación fue alcanzable mediante 8...Dd6. 9. Cb5 Dd7. 9.Cb5 De7 10.d5 Cd4 11.d6 Sacrifica el peón insostenible para cerrar la columna “d” . 11…cxd6 12.Cbxd4 exd4 13.0-0 d5 También después de 13....0-0-0 14. Aa5 Te8 15 Cxd4, las blancas llevan ventaja. 14.Ab5+?! Sencillamente 14. Cxd4 mantiene la ventaja. 14...Ad7 15.Axd4 0-0-0 16.Af4 Ce4 17.Te1 Un mejor aspecto todavía tiene 17. c4!? Df6 18. Ae3. 17...Axb5 También se debe considerar seriamente 17…Df6 18. Ae3 Ab4. 18.Cxb5 Dc5 19.Cd4 Ad6 20.Axd6 Pensable también fue 20. Ae3. 20…Txd6?! Más claro fue 20...Dxd6 21.Dd3 The8, porque 21.Dg4+ Dd7 22.Dxg7? fracasa por 22…Thg8 23.De5 Txg2+! 24.Rxg2 Dg4+ y mate. 21.Dg4+ Porque ahora la ganancia del peón será posible.. 21…Td7 22.Dxg7 Te8 23.Tad1 f5 si 23....Tde7 se seguirá naturalmente con 24. Te3 24.Dh6 Tde7 25.Te3 Cc3 Prepara problemas al adversario, donde quiera. 26.Tde1?! Más seguro parece 26.Tdd3 Txe3 27.Txe3 Txe3 28.fxe3 ( y no 28.Dxe3?? Dxd4 29.Dxd4 Ce2+).

Tablero

26...Dxd4! ¡Una sorpresa! 27.Txe7 Ce2+! 28.T7xe2 Porque 28.T1xe2?? Dd1+ será mate. 28...Txe2 29.Txe2?? Un tremendo, pero típico error de las blancas “ciegas”. Después de 29. Tf1 Txc2 30. Df8+ y Dxf5 o 30. Dxh7 el desenlace es incierto.  29...Dd1+ y mate, por esto 0-1 PGN

Fuente Literaria: Michael Ehn y Ernst Strouhal

Frank Mayer - Revisado por Salvador Aldeguer
Barcelona, marzo de 2007
Maquetación: Antón Busto

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