Frank Mayer
Adaptado por Frank Mayer - revisado por Josep Arias

Ajedrez y medicina
"en general permitido"

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Por el Dr. Helmut Pfleger (Alemania)
Doctor en medicina interna y Gran Maestro de Ajedrez

Ajedrez y Medicina
Ajedrez y Mediciana

Las primeras noticias sobre médicos aficionados al ajedrez se remontan en Europa al siglo XII. Todavía hoy, el “juego de los reyes” sigue teniendo un gran predicamento entre los médicos.

Los orígenes del ajedrez se pierden entre mitos y leyendas.

Se dice, que el juego de ajedrez se inventó para consolar a una princesa hindú, tremendamente afectada por la perdida de su hijo.

Pero, según otra leyenda, fue para curar a Amel-Marduk, que, en su locura, despedazó a su padre, Nebukadnezar, en 300 trozos.

La invención habría sido una reconstrucción simbólica de la terrible realidad.

Seguramente este juego, en sus orígenes tal vez hindúes, es una imagen de la guerra, en la que dos ejércitos chocan entre sí: con los peones como infantería, las torres como elefantes de guerra, los caballos como caballería y los alfiles como mensajeros.

En la confrontación pacífica del juego se puede sublimar de esta forma la agresión mortal.

Sólo de esta manera – ambivalencia y conflictividad de todo lo terrenal – los movimientos de la guerra pueden ser simbolizados por un juego.

Se dice del jugador de ajedrez Napoleón – por cierto, bastante miserable – que en vísperas de una batalla dijo: “Las piezas están colocadas. La batalla puede empezar”.

Axedrez, Dados e Tablas. Alfonso X
Caballeros juegan al ajedrez. Alfonso X el Sabio.
Libro de Axedrez, Dados e Tablas

La primera toma de posición de un galeno sobre el ajedrez proviene de Ibn Masawaihi, médico de cámara del califa Harun al Rshid, que fue consultado por éste, sobre si cabía recomendar la práctica del ajedrez durante una enfermedad.

El médico le contestó, que, en general, estaba permitido y solamente en casos muy especiales no sería aconsejable.

Volvamos a Europa:

Moses Sefaradi de Huesca, médico personal del Rey Alfonso I. de Aragón, en su “Disciplina clerical. Un arte de vivir con arreglo a razón” – traducimos a un castellano comprensible - : recomienda el ajedrez para la educación de los nobles jóvenes.

Este juego cuenta entre las “siete habilidades caballerescas” como montar a caballo, natación, tiro de arco, el pugilato, la caza y la composición de versos. La práctica del ajedrez impide el apasionamiento excesivo y contribuye a mantener un talante virtuoso..

Alfonso X., el Sabio, escribió en 1283: “El ajedrez ofrece al hombre una diversión, cuando las preocupaciones y dolores amenazan su equilibrio.”

En todas las épocas, los jugadores de ajedrez reflexionaron sobre los motivos de su afición. Ha de haber algo más que el deseo irresistible de ganar, que también se puede encontrar en otros juegos.

Cabe que nos preguntemos, si este juego, tal vez no tan apreciado por las mujeres, representa el recuerdo del triángulo edípico, en el cual el jugador (masculino) con la ayuda de la dama poderosa (madre) vence al rey hostil (padre), al tiempo que puede identificarse en el dilema humano con el propio rey.

Pintura Medieval
Pintura del Siglo XIV.
© Verlagshaus Stuttgart

En todos los tiempos, la práctica del ajedrez fue recomendada como medicina.

Hoy en su día, sin embargo, nos parece extraño que los médicos árabes pretendiesen influir el carácter y curar las enfermedades mediante los distintos estilos de juego.

Por ejemplo, los melancólicos debían seguir estrategias bien planificadas, mientras que los flemáticos habían de procurar ante todo la simplificación.

Sin embargo, según un informe de la clínica Menninger de los Estados Unidos, cabe superar graves perturbaciones de la capacidad de comunicación mediante el ajedrez. En análogo sentido se encaminan las experiencias de una residencia de Munich para enfermos síquicos.

Presos, que habían jugado al ajedrez, una vez puestos en libertad, se convirtieron en personas pacíficas y menos inclinadas a la reincidencia.

A través del ajedrez pueden tenderse puentes de comunicación interpersonal, sin que los sujetos se sientan directamente compelidas.

Separados por la distancia optima de un metro aproximadamente, los dos adversarios o compañeros de juego, no están tan cerca que puedan sentirse amenazados ni tan lejos que hayan de sentirse ajenos.

El ajedrez es algo más que una diversión ociosa.

De una manera sublimada, podemos poner en claro conflictos agresivos durante una partida de ajedrez y de esta forma contribuir a una homeopatía interior; y al mismo tiempo participar en una especie de “unión mística” con reyes y reinas.

Así se ,manifestaba Francis Bacón: “No existe mejor vía de escape a los males de la vida que una partida de ajedrez”.

Los estadistas Benjamín Franklin y Richard von Weizäcker coinciden literalmente en que el juego de ajedrez no es solamente una diversión ociosa, sino que permite adquirir y reforzar unas cualidades muy útiles para la el desarrollo de la mente, y para superar las adversidades de la vida.

Benjamín Franklin y Richard von Weizäcker
Benjamín Franklin y Richard von Weizäcker

Por otra parte, el ajedrez en exceso puede tener un efecto contraproducente, si se llega a caer en la dependencia.

Tanto Kasparov como Kramnik coincidieron en decirme que el ajedrez profesional de alto nivel puede perjudicar la salud.

Spassky, por su parte, está convencido de que cada año como campeón del mundo reduce la esperanza de vida (¿Ocurre tal vez lo mismo con la profesión de médico?!).

A estas alturas es ya sólo historia, pero sigue siendo válida su descripción de una partida con Bobby Fischer (contra quien perdió su título mundial en 1972):

“Nos hallábamos en la quinta hora. Fischer estaba perdido, destruido, sin oportunidad. Lo sabía yo y él también lo sabía. Pero estuvo simplemente sentado allí, casi durante una hora. Él calculaba, calculaba y calculaba.

Pero en lo más íntimo de su ser, estaba gritando y blanco como la cera. Sin embargo, en su interior pasaba volando una fuerza eléctrica de un millón de voltios.

Podía sentir como esta corriente pasaba por encima del tablero, chocaba contra mi y después volvía hacia él. ¡Al final, yo mismo gritaba en mi interior! ¡Cuando se juega una partida de ajedrez contra Bobby Fischer, no se trata solamente de ganar o perder – parece que estuviese en juego la pura supervivencia!”

Doctor Helmut Pfleger

 

Dr. Helmut Pfleger (Alemania)
Doctor en medicina interna y Gran Maestro de Ajedrez

Resumido por Frank Mayer – revisado por Josep Arias
Barcelona, noviembre de 2007
Retoques y Maquetación: Antón Busto

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