Frank Mayer
Traducido y adaptado por Frank Mayer - Revisado por Salvador Aldeguer

Luces apagadas en tiempos de guerra

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Sucesos en el tablero

Foto
Ludwig Rellstab

Con ocasión del torneo memorial “Willi-Schlage”, celebrado en Berlín en el año 1940, el profesor de ajedrez Ludwig Rellstab (1904-1983) consiguió una victoria brillante, cuando su adversario Nowarra cometió un lamentable error según el diagrama:

Tablero
Rellstab – Nowarra Berlín 1940

Ocurrió: 1……¿Cxd5? (¡Las negras deberían haber cambiado antes en e5!) 2. Txf8+ Rxf8 3. Cg6+! y las negras se rinden por perder la dama o sufrir un mate).

Durante el 2º año de la II Guerra Mundial estuvo vigente una normativa muy rígida en toda Alemania por la cual debían apagarse todas las luces durante la tarde y noche ante el peligro de padecer bombardeos por parte de los ingleses.

Cartel
Cartel II Guerra Mundial: "¡El enemigo ve tu luz!
¡A apagar las luces!
"

Todas las ventanas del Café Victoria de Berlín estaban debidamente cubiertas con gruesas cortinas a fin que no saliese ni un solo atisbo de luz al exterior.

Foto
Café Victoria de Berlín

En la parte superior de las salas colindantes a las del torneo todavía se ahorró más energía eléctrica y este hecho explica la siguiente anécdota:

Una vez ganada la partida de forma extraordinaria, Rellstab corrió presuroso a una de las salitas laterales, donde había “depositado” a su esposa.

Tremendamente feliz por la victoria conseguida, también bastante sudoroso y limpiando sus empañadas gafas de gruesos cristales, se acercó a ella y se sentó a su mesa rebosante de alegría:

“¡Fíjate, cariño, he jugado una partida tan estupenda al estilo de Morphy, sencillamente impresionante!”

Finalmente, se orientó algo mejor haciendo uso de sus anteojos y se percató en un instante de que se había sentado equivocadamente en la mesa de una Señora totalmente desconocida, la cual a pesar de la embarazosa situación, escuchó cortésmente su aventura.

Sin embargó, al final la citada Señora movió su cabeza en señal de desaprobación, como si tuviera a un enfermo mental delante.

El maestro, bien educado como era, no le quedó otro remedio que retirarse haciendo unas expresas reverencias y murmurando disculpas para salvar la engorrosa situación.

 

Fuente literaria: Albin Pötzsch (Meissen) – cortesía Schach-Magazin

Barcelona, abril de 2008

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