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Fuera, ante la puerta... |
Una libre interpretación de la obra teatral de Wolfgang Borchert
Una pequeña biografía Wolfgang Borchert nació en Hamburgo en el año 1921 y murió en Basilea en 1947. Fue un actor y escritor alemán. Borchert fue destinado al frente oriental, donde fue testigo de los horrores del conflicto bélico y pudo ver con sus propios ojos el ingente número de víctimas que ocasionaban no sólo las batallas, sino también el frío, el hambre y las deficiencias del equipamiento. Por motivo de una congelación tuvo que ingresar en un hospital militar y allí enfermó de tifus e ictericia. Fue entonces, cuando su hígado empezó a dar muestras de estar gravemente dañado. De esta enfermedad no se recuperó nunca más. Hacia el final de la guerra recorrió a pie unos 900 kilómetros desde el frente hasta Hamburgo. Una vez vuelto a su ciudad natal, intentó hacer carrera en teatros y cabarets. Pero le quedaban sólo dos años de vida, que pasó postrado en la cama. Desde allí se dedicó intensamente a la escritura y se convirtió en “una de las voces más importantes de la literatura de la posguerra alemana”.
Es justo la misma, no menos dura, pero sí más corta, donde se sitúa “Fuera, ante la puerta”. Como dice el prólogo, es una “historia muy cotidiana sobre un hombre que llega a Alemania”, uno de esos. Uno de esos que llegan a casa, pero que finalmente no llegan a casa porque para ellos ya no hay casa.
Y su casa está entonces “fuera, ante la puerta”. En esta ocasión es simplemente un soldado derrotado, un gran aficionado al ajedrez como su mujer, quien vuelve a casa, a Hamburgo, después de permanecer tres largos años prisionero de guerra en Siberia, tras ser capturado por los rusos en Stalingrado. Pero… en casa encuentra a su mujer con otro. ¿Quién es el otro? El otro es el triple campeón de ajedrez de la ciudad de Hamburgo, cuyo nombre es “Bauer” (“Peón”), quien pudo evadirse de prestar el servicio militar en el frente por padecer una ligera lesión y a su vez era su máximo adversario en el tablero durante los años previos a la guerra. Finalmente se había convertido en su acérrimo enemigo, no solamente por el ajedrez, si no ya por tratar de conquistar a su esposa durante las reuniones festivas con ocasión de los torneos. La esposa no había podido resistir la soledad de la larga ausencia de su marido, le faltaron las partidas diarias en un ambiente de intima solidaridad, los pensamientos compartidos sobre un futuro mejor, a pesar de tratarse solamente de un juego. Sin embargo, la pareja comienza a hablar acerca de la posibilidad de iniciar un nuevo futuro juntos. Se acercan al río Elba y analizan sus ’nuevas’ vidas, pero constatan que se han convertido en personas tan diferentes, que ya no existe ni remota posibilidad de reconciliación. Desesperado, el marido se arroja al Elba, pero el río lo devuelve a la orilla con la exhortación de que viva la vida. Durante su vía crucis por distintos lugares de la destruida ciudad, consigue recuperar nuevamente el ánimo y el optimismo al encontrar una casa de café intacta, donde están jugando al ajedrez, unos que se encuentran en su misma situación. El ajedrez les traslada a otro mundo, un mundo lleno de imaginación, inspiración y múltiples combinaciones y de esta forma alcanza el olvido momentáneo de los horrores de la guerra. Sin embargo, durante la noche, no sabe a donde ir, si no hay casa, solo la calle es suya y nunca la perderá con la filosofía “la calle es nuestra”. El invierno es crudo, hace un frío inaguantable. Pero le queda un sueño: No obstante, cuando amanece el nuevo día, contempla el desastre que representa la destrucción de la ciudad y su vida en particular. Y se arroja al Elba ya por segunda y última vez... Díos y el empresario de la funeraria parecen contemplar la escena con indiferencia
Fuente literaria: Una libre interpretación de la obra teatral de Wolfgang Borchert Créditos Fotográficos: Película "Liebe 47" ("Amor 1947"). Básada en "Fuera, ante la puerta" de Wolfgang Borchert Fotocomposición Final: Antón Busto Barcelona, abril de 2008 |