Frank Mayer
Por Albin Pötzsch (Meissen) - Traducido y Adaptado por Frank Mayer - Revisado por Salvador Aldeguer

Fair Play - London 1922

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Un espíritu deportivo ejemplar es un gran bien y quién opina, que en el ajedrez moderno ya no se le puede encontrar, está equivocado. Existen muchos ejemplos de los cuales les daremos debida cuenta en otra ocasión.

Ahora bien, volvamos a “los buenos tiempos pasados” y recordemos el torneo internacional de Londres 1922, que se celebró en el Central Hall de Westminster.

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Central Hall de Westminster

Durante el mismo toda la atención del mundo estuvo concentrada en el juego y la clasificación del nuevo Campeón mundial, José Raúl Capablanca.

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Capablanca. 1922

La victoria de Capablanca en el match contra Lasker un año antes, se llevó a cabo en circunstancias “algo problemáticas” y además - según la opinión generalizada - se reconoció solo a aquel como campeón, quién acreditó su maestría en las importantes competiciones frente a todos los demás mejores jugadores del mundo.

En fin, el cubano demostró de forma avasalladora su superioridad.

A pesar de que se presentaron en el torneo tan excelentes adversarios como Alekhine, Rubinstein, Marózcy etc., Capablanca fue sumando los puntos ronda por ronda de manera asombrosa y tomó sin peligro alguno el camino hacia la victoria.

¡Pero, ojo! ¡Su contrincante en la ronda 13 le hizo peligrar el título!

Si hubiese perdido contra él, entonces el segundo de la clasificación se hubiera acercado a un medio punto.

Se trató del genio “dobleMilan Vidmar de nacionalidad yugoslava, que no solamente en el ajedrez, si no también en la técnica electrotécnica perteneció a la elite mundial.

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Milan Vidmar

Sin embargo, aquel 16 de agosto de 1922 Vidmar no pareció estar en la mejor forma. Él, que no acostumbraba dedicar ninguna atención particular a las aperturas, eligió especialmente una variante, que su adversario había jugado tantas veces y sabía al dedillo.

Pero ya desde el medio juego la dama “cubana” penetró en el “terreno yugoslavo” y después no hubo forma de echarla de allí.

La sentencia de Vidmar parecía obviamente firmada.

Sin embargo, antes de aclararse consigo mismo y la posición en el tablero, se interrumpió la partida y se la declaró como aplazada.

Cuando Capablanca se marchó de la sala del torneo, se dirigió amistosamente con una sonrisa en sus labios a Vidmar, preguntándole por su opinión sobre la posición.

Éste le contestó, que pronto no le quedaría otro remedio que rendir las armas.

Se llegó al acuerdo de continuar la partida por la tarde.

El director del torneo abrió el sobre con las anotaciones de la partida y compuso la posición en el momento de la interrupción:

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Capablanca-Vidmar London 1922

Ahora efectuó la jugada secreta de Vidmar con 42….Rf7 y puso nuevamente en marcha el reloj de Capablanca.

No obstante, a éste no se le vio en varios metros a la redonda. Pero nadie apenas se extraño por aquella circunstancia al conocer la “nonchalance” del cubano.

Seguramente está cenando tranquilamente para presentarse en el último minuto delante el tablero y fulminar la posición de Vidmar con la rapidez de un rayo.

La aguja del reloj no paró y avanzó lentamente, el público se inquietó.

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El director del torneo ya empezó a buscar a Vidmar, que se había sentado en un rincón para jugar un par de partidas “Blitz” y le susurró nerviosamente:

“Capablanca no ha llegado todavía. En un máximo de dos minutos sobrepasará su reloj el tiempo reglamentario.”

Una extraña sospecha se apoderó de Vidmar. ¿Quizás, el Campeón del Mundo antes no le entendió bien? Porque los dos jugadores habían hablado en francés, idioma que ambos no dominaron mucho.

¿A lo mejor, Capablanca partía de la base, que Vidmar había abandonado ya la partida?

Con unos pasos rápidos, Vidmar se acercó a su mesa, cogió decididamente su rey y lo dobló en el centro del tablero como señal de su rendición.

¡Un instante después, cayó la banderita de las blancas!

Transcurrido un tiempo, regresó el cubano a la sala del torneo, echando una ojeada al tablero asintió amablemente con la cabeza en dirección a Vidmar.

De los minutos dramáticos anteriores y del gesto deportivo de su adversario, Capablanca se enteró durante la fiesta final del torneo, que ganó de forma abrumadora.

La clasificación final:

Clasificación Final

Por cierto, la jugada secreta no se menciona en ninguna base de datos, que conozcamos.

La partida siempre termina con el jaque de la torre en b8.

En realidad, cada intento de resistencia fue sin sentido y a la jugada de Vidmar con el Rey a f7 podría seguir: 43. Tb7+ Rg8 (43….Re6 44. Dc4+ Rf5 45. e4+! Rf4 46. Tb3) 44. Dd8+ Rh7 45. De7 y ahora fracasa el intento de salvación 45….Cg4+ con un jaque perpetuo, dado que la dama blanca domina la casilla h4.

 

Fuente literaria: Albin Pötzsch (Meissen). Traducido y Adaptado por Frank Mayer. Revisado por Salvador Aldeguer

Barcelona, mayo de 2008

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